martes, 4 de mayo de 2010

Monoaural en Ciudad Vieja



El cuarteto conformado por las hermanas Carelli, Joaquín Saez y Cristián Buzeki hizo piedra libre la noche del jueves pasado y entregó un puñado de melodías familiares y otro de adelantos de su nuevo disco, canciones suaves y cálidas para un otoño en crisis.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografías de The Dark Flack (http://www.thedarkflack.com/)

“La vida entera puede ser superflua si no decidimos lo contrario
ni tenemos el don de abstraernos en una plaza o en una panza...”

[Monoaural - arte de tapa de Superfluo]

La Plata, mayo 4 (Agencia NAN-2010).- Si la calidez de una melodía es superficial, como asegura en su primer álbum Monoaural, un recital suyo, entonces, sería uno de los hechos más superficiales en la vida de cualquier persona. Canciones suaves que podrían ser murmuradas al oído, letras introspectivas que, sin mesura, desnudan almas rotas y sonidos elegidos con la perspicacia de quien sabe jugar forman parte del acto “superfluo” que esta banda desata durante la madrugada del jueves en Ciudad Vieja, mientras el frío del otoño no se decide a llegar.
“De una cosa a otra, siempre es volver a empezar. No está tan mal, si no estás bien. No está tan mal, si no sabés qué hacer”. Cerca de las 2, el cuerpo desgarbado de Leticia Carelli se arquea cuando entona las estrofas graves y directas de la segunda canción de la noche, “Para sí”. Después de iniciar el recital con la dulzura del viaje intrapersonal de “SeresTar”, Monoaural sacude en seco las sensibilidades de los cuerpos presentes en el bar platense, para, de la mano de un bajo protagonista, invitar a “ver u oír, distinguir, ser, sentir”.
Cuando llega “Vertiginapsia”, la guitarrista Celina Carelli demuestra que junto a su hermana, cantante y bajista de la banda, se complementan y ensamblan perfectamente. Mientras la voz grave de Leticia inicia la canción, Celina aporta sus tonos agudos y logra que el sonido nada tenga de monoaural. Después, cuando enganchan “Cíclico”, el combo se completa: Joaquín Saez se suma al canto y, a la par de la batería precisa de Cristián Buzeki, arma el colchón perfecto para que la frontwoman mire más adentro y encuentre “más de una razón para seguir confundida y aturdida”.
Alejada de los egos que juran que por grupo puede haber sólo un líder, en Monoaural hay piedra libre: quien propone se transforma en protagonista. Así, Joaquín demuestra, ante la sonrisa sincera de Leticia, que su voz es la mejor elección para el monólogo que desarrolla en “Un lloró”; y Celina presenta “Lluvia”, una canción que no admitiría una entonación sin la sutileza de esta artista plástica.

Con vistas a un nuevo disco que se conocerá en junio, la noche en Ciudad Vieja se llena de estrenos, temas que siguen la línea de sus predecesores, que buscan ahondar aún más en la supuesta superficialidad de canciones, en realidad, llenas de delicadeza. Así, “Arte!”, “Ondiña”, “Merendó” y “Como creer” forman parte de la calidez del show de jueves.
“Esta es una canción re Monoaural”, anuncia Leticia. La mirada cómplice de sus compañeros no se hace esperar y segundos después empieza “Ave”. Lo más parecido a un homenaje: “Todavía vuelo, abuelo, cuando pienso en tanto don que sos, y me elevo más si quiero y puedo ver algo de tu don en mí”, pronuncia la cantante, mientras el tema sobrevuela el lugar, con arreglos que intervienen en el momento justo.
Una canción más y llega el fin. El público, que durante una hora no se movió de sus mesas, pide “Semillitas” y la banda no llega ni siquiera a bajarse del escenario antes de los bises. Sin embargo, el tema solicitado se hace esperar unos minutos más y antes suena “Amor vegetal”, otro estreno. Después sí, las semillitas de Monoaural inundan Ciudad Vieja con descripciones de coloridas situaciones, monólogos de sensaciones introspectivas, deseos lanzados al aire (“Quiero creer que desde lejos un ángel nos cuida”) y sonidos efectivos.
Un error de ejecución deja en evidencia que la banda es un grupo de amigos que sabe disfrutarse más allá del hecho artístico. Ante el silencio que ocasiona el fallido, desde el costado del escenario, un chico sigue cantando a los gritos. Los músicos se ríen de sí mismos, mientras la batería de Buzeki toma la posta para seguir adelante con el show. Entonces sí, es el final. Y la gente aplaude, celebrando que la belleza, la sutileza, la música y la calidez de otoño sean parte de la vida superflua que regala Monoaural.

MySpace: http://www.myspace.com/monoauralmusica
Blog: http://monoaurall.blogspot.com/

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Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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