martes, 15 de diciembre de 2009

N.A.M.E. en el Centro Cultural Estación Provincial

Durante casi ocho horas, el evento de arte multimedia y música electrónica ocupó un centro cultural platense, reuniendo a más de 14 artistas locales y extranjeros y alrededor de 350 personas, que recorrieron las cinco salas en las que se exhibían obras interactivas, música, danzas experimentales, proyecciones y DJ’s dispuestos a demostrar que el futuro ya llegó.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (
www.thedarkflack.com)

La Plata, diciembre 15 (Agencia NAN-2009).- El futuro llegó hace rato, no hay dudas. Disfrazado de avance tecnológico se mezcló entre la gente, ingresó a sus hogares y se propuso cambiar la manera de contar lo que ocurre. Bajo esa lógica, durante la noche del sábado, se exhibe sin mesura en La Plata y, como si se tratase de una paradoja, se apropia del Centro Cultural Estación Provincial, uno de los edificios con más historia en la ciudad.
El público se amontona en un pequeño cuarto de la antigua estación de trenes y, haciendo malabares, intenta observar lo que ocurre en el escenario, que no es más que un cuadrilátero al ras del suelo. Rosa Nolly se sienta en una banqueta, conecta su saxo barítono a la laptop que comanda José Rafael Subía Valdez y toca. El artista ecuatoriano sintetiza cada una de las notas que ella ejecuta. De a ratos, Nolly separa los labios de su instrumento, respira profundo y, como fumando en pipa, inhala y exhala sonidos. Con los ojos cerrados, parece entrar en trance a medida que improvisa. Pero corta en seco el clima que había creado con tanto esmero y se despide sin dirigir ni una palabra a la gente que, sin embargo, se queda en el lugar ante la promesa de una próxima performance.
Un láser la persigue, se le acerca lentamente y se ubica en el hueco que se forma entre sus clavículas, justo ahí. A partir de entonces, la posee. Su cuerpo deja de pertenecerle y ahora el hombre que la apunta con una luz verde es su dueño: la obliga a retroceder y le demuestra que aunque luche retorciéndose, ya no hay vuelta atrás. El pequeño cuerpo de la joven tiembla a medida que el láser, como un cazador moderno, la recorre provocándole contracciones que rozan el nerviosismo. Ella intenta aplastarlo y, cuando logra pisarlo, se esconde de esa luz verde que la raptó. Segundos después, la única mujer de Speak 3.0 --el grupo porteño que mezcla danza, imágenes y sonido multimedia-- baila en silencio acompañada solamente por un par de auriculares. A medida que se acerca a la pantalla que está a sus espaldas, el cuerpo de Alejandra Ceriani se fusiona con las proyecciones que Fabricio Costa programa captando cada uno de los movimientos. Con suavidad, la bailarina se quita los auriculares y comparte su música con el público. La laptop de Fabián Kesler arroja sonidos metálicos que parecen ejecutar golpes directos sobre Ceriani. Después, la mujer cae al suelo y, agonizando, se resiste a que el movimiento se detenga. Sin embargo, todo termina con su rendición. Los artistas se abrazan y saludan a su público que, como hormigas, rompe el estado de comunión en el que se encontraba sumido para recorrer con velocidad los rincones del Centro Cultural.
En el hall central de la Estación Provincial, ese lugar en el que hace casi 100 años solían venderse los pasajes para ganarse un lugar en el tren que recorría gran parte de la provincia de Buenos Aires, el colectivo multidisciplinar Draggn’dropp Visual Crew desarrolla un mapping que atraviesa con imágenes de colores estridentes las paredes restauradas del salón. Algunos curiosos se sientan a admirar la escena, siguiendo con atención cada trayecto animado.
Mientras tanto, en el primer piso, otros aprovechan la ocasión para sentir que pueden ejercer su acción sobre el avance tecnológico cuando dominan la “pared hiperactiva” que Lisandro Fernández montó en una de las habitaciones. Los brazos se extienden frente a una pantalla y bailan controlando el destino de los círculos naranjas que los rodean. Después, en pleno juego, los cuerpos destrozan las imágenes que lograron formar para dar inicio a un nuevo partido.
En la sala contigua, una chica le grita a un parlante pequeño. Ante la falta de respuesta del aparato, roza con sus dedos los cables que fueron acomodados sobre una mesa. “No pasa nada”, dice entre dientes. Sin rendirse, examina la obra --Pulverización 3.1--, se acerca a lo que presume podrían ser un par de micrófonos y les habla. Después, cuando guarda silencio y se prepara para escuchar, comprende. El sonido de una radio se descompone dividiéndose entre los parlantes. Con una victoria a cuestas, camina hasta el fondo del lugar para acodarse en la barra y esperar a que los DJ’s empiecen.
Los organizadores del evento recorren los salones anunciando la llegada de una de las intervenciones más atractivas de la noche. La gente se congrega en el playón de la Estación Provincial, dejando las salas desoladas y a oscuras. Tras minutos de pruebas, la productora audiovisual Lhymo realiza un mapping a gran escala sobre el frente del edificio, delineando las ventanas y las molduras del Centro Cultural. El sonido de un tren se avecina y la historia de Meridiano Vº, el barrio que rodea a la estación, es recorrida a través de gráficos que relatan el nacimiento del ferrocarril en el lugar. Los rostros no disimulan su sorpresa cuando las columnas de la construcción laten, ensanchándose y bailando al ritmo de la música, logrando anticipar lo que sucederá minutos después en el interior del edificio a la par de la electrónica.
El mapping termina y los cuerpos se apresuran a resguardarse del inusual frío de diciembre en el interior del lugar. En la planta alta, Maga Lee los espera disparando ritmos sincopados que convierten en una odisea los intentos por resistirse al movimiento. La gente recobra con velocidad la temperatura veraniega de la mano del drum & bass que la joven porteña ejecuta sin mesura, mientras que las proyecciones de Los Amigos de la Imagen se suceden en la pantalla rectangular que la ilumina a sus espaldas.
Cuando P++ se apropia del escenario, ya casi todos perdieron la timidez para convertirse en víctimas del baile desenfrenado que N.A.M.E. propone abordar. Los graves que el artista produce se apropian del salón y se fusionan con el groove que perturba constantemente a los cuerpos que se acercaron hasta ahí. La danza frenética se sucede a la par de los DJ’s que, sin mediar pausas, aparecen en escena dispuestos a quitar el aliento de cuanto ser resista. La mayoría aguanta y mucho.
Recién cerca de las 6 y media de la mañana, y con el DJ uruguayo Adrooval de fondo, el público se dispone a dar descanso a sus piernas agitadas que, durante toda la noche, fueron partícipes de una fiesta en la que el futuro se propuso mostrar con orgullo su avance.

www.eventoname.com.ar

www.agencianan.com.ar

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